El Murcia de este año es distinto al del pasado, sí, pero no mejor. Al menos, por ahora. Clemente ha buscado un equipo de jugadores jóvenes, estimulados por su corta edad y un currículo anémico, aún por rellenar. Sus jugadores en Segunda son menos conocidos que sus jugadores en Primera: tienen más hambre. Son más obedientes, corren mucho, pero el suyo no es un cansancio feliz, porque les falta un líder que los mejore, que los camele. El Murcia empieza el curso con una costalada en Vallecas. Le faltó centro del campo, convirtió la cabeza de Iván Alonso en un recurso para todo y tiene un portero, Elía, que crea pánico a su alrededor, donde debe haber modorra. Ahí están las razones de una derrota con la liga aún en el pesebre, ahí están los defectos por salvar. Tiene para ello toda la temporada, sí, menos un partido. Es un mal comienzo, no un mal año. Queda mucho, pero el estreno no induce a la alegría, sino al desasosiego. Y no fue el mejor arranque porque no fue la mejor propuesta. En realidad, hubo una: Iván Alonso contra el mundo. Es decir, no hubo propuesta. Eso privó al Murcia de un partido para la esperanza justo en el arranque, donde tan importante es ganar como crear ambiente, hacer amigos, generar incentivos. No hubo tal. La cabeza del uruguayo y las manos del portero llevaron al Murcia a un camino ciego, el de la desesperación. El Rayo no hizo nada especial, pero se encontró con un cabezazo de Aganzo al cuarto de hora. El delantero estaba solo donde debía haber una manifestación de defensas. Estaba a sus anchas. Era un chollo que no desaprovechó. Peinó la pelota y la pelota entró por un costado libre, limpia y sin obstáculos. La vida sigue igual El Murcia estaba por detrás y en una posición incómoda, obligado a la valentía. No la hubo. La vida siguió igual: la cabeza de Iván Alonso como sustituto del juego de ataque y Elía desmadejado atrás. El portero del Murcia fue el mejor recurso del Rayo en ataque, pues creó ocasiones donde no las hubo. Sus salidas fueron lo único estresante en una primera parte para la hamaca. Este portero está inerme lejos del larguero, porque le falta seguridad. Que el Murcia busque otro portero en los últimos días es un síntoma de todo. Por lo visto ayer otro portero no es un refuerzo, es ahora una necesidad que llega casi fuera de hora porque el plazo para fichar se cierra mañana. Elía fue lo más infartante del Murcia ayer, peor no la peor laguna, que llega por el centro. El Murcia falla porque no crea, y no crea porque no tiene líder. En el centro le falta de todo, y por encima de todo le falta carisma, alguien a quien seguir, que lo mejore. Clemente intenta que sea De Lucas, pero es un intento en vano, porque De Lucas es un jugador para el tesón. Se puede hartar de correr, acabar rendido, pero nunca se hartará de crear. No es culpa suya. No se le puede obligar a hacer lo que no sabe. Ayer se mostró como un jugador muy presente, está por doquier, pero sin armas para inventar. En otra posición encubre sus carencias, como cerebro saltan todas a la vista. Eso es una herencia del año pasado sin reparar que vuelve a condenar al Murcia a la transparencia. No hubo ataque. Ni Iván Alonso, primero, ni Sikora y Despotovic, después, rascaron bola. El segundo tiempo fue una copia en sucio del primero. El Murcia no encontró las virtudes que buscaba, pero agrandó sus defectos: siguió sin bandas, sin líder y sin peligro. Nadie molestó arriba. Dialiba tuvo una ocasión pintiparada cuando se quedó solo en el área y envió el balón fuera, pero no hubo más. Sin apuros atrás, el Rayo se encontró un partido manso y sin obligaciones. La imagen era mala, pero tenía el trabajo hecho. Así que ni siquiera acosó. Se limitó a esperar ante un Murcia limado. Aquino entró entonces como último recurso. Es el único en el Murcia capaz de cosas para el gozo, pero tiene que demostrarlo, no creérselo. Su suplencia es un aviso. Le dio tiempo a algún detalle secundario, poco más. El Murcia necesitaba más que detalles para arreglar un estreno desalentador. Tiene toda una liga para mejorar, pero esta imagen no puede durar otra semana. Textos e imagenes tomados de La Verdad
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